La virtud que quiere enseñarte hoy, alma mía, el Sagrado Corazón de Jesús, es la muy heroica del desprendimiento. Tan desprendido de todo lo humano estuvo el Sagrado Corazón, que nada ejercía sobre él peso, ni influencia alguna, como no fuese la voluntad de su Padre celestial.
Estuvo desprendido de todo interés material, hasta el punto de
nacer privado de todo, en una cueva, y morir desnudo de todo, en la Cruz y en
el intermedio de su vida, nunca tuvo cosa que llamase suya. Las limosnas que le
daba la piedad de los fieles, las volvía Él a los pobres, o las depositaba en
poder de sus discípulos.
En cuanto a los afectos de sangre, ninguno de ellos
obstaculizó para nada la libertad y desprendimiento del adorable Corazón de
Jesús. Niño aún, deja a su Madre y San José y se separa por tres días de su
dulce compañía y si éstos se atreven a formular una queja "¿No sabéis, les
dice, que a Mí me toca atender primero a las cosas de mi Padre celestial?".
¡Oh sublime libertad de espíritu! ¡Oh total
desprendimiento de lazos humanos! ¡Oh soberana independencia del corazón
entregado únicamente a Dios!
No es así ¡oh Jesús mío! mi pobre corazón, esclavo de
tantos señores y atado a tan miserables cadenas, que de todas partes detienen
su vuelo hacia Dios.
Me ata el amor a los bienes temporales; me ata el ansia por
las comodidades de mi persona; me ata el afecto exagerado a los amigos. Mi
corazón ha echado tan profundas raíces en esta tierra vil que le rodea, que no
sabe vivir sino con ella y por ella. Y así como la planta se nutre y forma de
los jugos que bebe del suelo por medio de sus raíces, así mi corazón vive y se
nutre sólo de la miseria del mundo por medio de los mil y un afectos que le
tienen atado a él.
Desarraiga, Jesús mío, mi alma de esta tierra de pecado, donde
no crece, ni florece como debiera sólo para Ti. Que yo viva en este mundo sólo
corporalmente, pero viva espiritualmente fuera de él. No me llenen afectos
humanos a mí, que estoy llamado a poseer un objeto divino. Haz que encuentre
amargura y desabrimiento en todo lo que no seas Tú, para que no se pegue mi corazón
más que a Ti.
Si contigo tan sólo he de reinar
eternamente, ¿Cómo soy tan fácil en entregar mi corazón a esas tristes
criaturas que tan pronto voy a abandonar?
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